Por Rosa Márquez Galicia

La iniciativa de Descoser la ficción: Una mirada propia integrada por Jessica Valenzuela, Ana Castillo, Sayuri Navarro y Paulina Cuiriz quienes convocaron a distintos grupos de mujeres dentro de las artes escénicas para realizar reflexiones en su andar. Se realizaron 3 círculos; Círculo de actrices, círculo de estudiantes y círculo de creadoras.

El círculo de creadoras por parte de Descoser la ficción es inspirado en el texto de Virginia Woolf Una Habitación Propia, dado que el texto analiza a los personajes femeninos en la literatura y su construcción desde una mirada masculina. ¿Cuáles son las ficciones que creamos nosotras? ¿Cuál es nuestra propia reflexión desde nuestro habitar? Y ¿Cómo es nuestra representación en las artes escénicas?

Este escrito es una aproximación a la relatoría del Círculo de creadoras facilitada por Sayuri Navarro quien ha guiado las actividades, donde mujeres creadoras escénicas de distintas latitudes asistieron a sesiones por vía Zoom para reflexionar sobre el quehacer escénico, entre las personas asistentes fueron; Susana Meléndez, Eva Lugo, Mayra Simón, Silia Juárez, Sonia Díaz, Yamel El Mosri, Nayeli Jáquez, Hebzoariba Hernández y Rosa Márquez, al igual que las integrantes de Descoser la ficción.

Este texto, es un escrito a una sola voz porque todas las voces de las mujeres que estuvieron presentes nos reflejaban, nos representaban, nos resonaban. Es una reflexión del fenómeno que acontecimos y creamos juntas. Es un breve vistazo de todo lo realizado y todo lo imaginado.

Sayuri nos planteó dos premisas principales y planteamientos con los que iniciamos este espacio de reflexión para el Círculo de creadoras: 1) Nombrarnos; poder nombrarnos creadoras sin inhibiciones, sin miedo y sobre todo sin que ninguna figura masculina esté de por medio para validar el trabajo creativo. 2) Formas y modos en cómo creamos; Existen formas muy establecidas desde nuestro quehacer y es importante hacer caso a la curiosidad de realizarlas desde otra manera, aunque en múltiples ocasiones nos tachen de cursis, de “poco serias”, de insuficiente estructura aristotélica, de lo imposible que es crear espacios horizontales etc.

Cada sesión se inicia con una meditación guiada que nos facilitaba sentir nuestra respiración, canalizar la energía que traíamos encima para unificarla con una energía colectiva y para el contacto con nuestra cuerpa, con nuestro útero desde las plantas de nuestros pies y enraizando de una fuerza profunda hasta el centro de la tierra.

Al inicio nos presentamos con nuestro nombre, nombrar nuestra labor en la escena, mostrar alguna bebida favorita y finalizar con un deseo.

Algunos deseos:

“Amarme completa e incondicionalmente. El mismo amor romántico que le entrego
a una pareja, entregármelo a mi”
“Habitar la abundancia, no me cuesta dar, pero si me cuesta recibir”
“Creer que lo hago es importante”
“Quiero ser libre, disfrutar la vida sin miedo y sin culpa. Deseo lidiar con la
ansiedad y la depresión. Me cuesta más habitar la vida que la propia ficción”
“Nos deseo amigas que nos den mucha esperanza, aliento, cariño y ánimo”


Dentro de las reflexiones rizomáticas hacia el curso que llevaba la conversación colectiva es que el teatro no es solamente un trabajo sino también una comunidad. “El artista crea producción de mundo” comenta Julia Palladini es por eso que existe un poder en la representación y ha sido usada en los últimos siglos para legitimizar formas de comportamiento.

Para algunas mujeres existe una gran dificultad al nombrarse creadoras, tomar las riendas de la labor que estamos realizando e incluso inventarnos otras palabras que puedan definir lo que realizamos en la escena.

Observar el hecho que mujeres de Tlaxcala, Yucatán o Hidalgo hemos vivido circunstancias muy parecidas de invisibilización en una comunidad que está acostumbrada a esas formas de trabajo, donde los técnicos del teatro sugieren “Es que tienes que ser violenta para que te hagan caso” son vías que colectivamente, hemos legitimizado y así, colectivamente, las vamos transformando.

O desde las mujeres de distintas generaciones, acostumbradas a la agresión y gritarles a las demás personas es “algo común” bajo la justificación de estar estresadas. Violencia desde lo pasivo-agresivo donde quizá no alzan la voz, pero con un tono tan gentil dicen palabras tan aterradoras.

La violencia en las artes escénicas se presenta en todas las latitudes de México, es normalizada y para ciertas personas “es necesario violentar y transgredir” porque también así se forma de cierta reputación y jerarquía. Han perpetuado, han herido, han burlado, han humillado, han minimizado, han explotado y han quedado impunes. Todo en nombre del teatro.

Dentro del círculo hablamos de las múltiples circunstancias que hemos estado expuestas a la violencia económica, física, sexual, verbal, psicológica que nos atormenta y estamos seguras de que no queremos lo mismo para las siguientes generaciones. No queremos que tengan las mismas inseguridades o inhibiciones y las consecuencias que se presentan después de actos violentos.

¿Cuántas veces hemos dicho “perdón” al momento de dar nuestra opinión? ¿Cuántas veces nos hemos quedado calladas mientras nuestras mentes generan ideas no compartidas en voz alta por el miedo a que sean “ridículas”? ¿Cuántas veces hemos generado, creado, gestionado proyectos, pero el crédito se lo lleva una figura masculina? ¿Cuántas veces no hemos mostrado todo lo que hacemos por miedo a que nos vean como pretenciosas, fanfarronas y presumidas? ¿Cuántas veces nos hemos quedado calladas mientras una figura masculina nos explica nuestro propio proyecto? ¿Cuántas veces fuimos violentadas por directores, docentes, compañeros de trabajo? ¿Cuántas veces se aprovecharon de nuestra falta de experiencia, nuestra juventud y nuestras ganas de crear? ¿Cuántas veces han visto primero nuestro tono
de piel o de dónde venimos antes de ver nuestra trayectoria curricular? ¿Cuántas veces nos hemos aguantado gritos, humillaciones u opiniones no solicitadas?

Estamos cansadas.
Estamos cansadas.
Estamos cansadas.
Y enojadas.


Añadiendo todavía, el titánico esfuerzo hacia la autogestión ¿Qué desgastes implica? No solamente las horas de sueño, las expectativas y esfuerzos sino a tratar con instituciones sordas a las necesidades de la comunidad artística. Existe un cansancio colectivo por la falta de reconocimiento, los múltiples intentos de crear, pero laborar con una precariedad económica o el miedo de cobrar mucho, la preocupación de pagarle a una contadora, la inseguridad de no quedar en alguna convocatoria, el cansancio de crear en condiciones precarias, a decepcionar a las personas por no ser lo suficientemente inteligente, creativa,
solucionadora y demás funciones que nos autoimponemos. Hablamos de nuestra ira, lo que nos enfada, lo que nos preocupa, lo que tememos y lo que nos negamos.

Como acto catártico, nombramos una confesión, nombramos nuestras violencias las pronunciamos en voz alta, con lágrimas entre los ojos y voz entrecortada. Nos acompañamos y nos dimos cuenta de que todas las presentes hemos sufrido violencia de alguna forma u otra.

Todas las presentes en el círculo atravesamos violencia. Atravesamos situaciones donde nos han hecho sentir que el teatro no vale la pena, que no merecemos estar en escena, que no merecemos crear o que no somos suficientes.

La magia nos atravesó al momento de pronunciarnos

Nos atravesó la potencia de estar juntas. La misma potencia cuando se está en una marcha del 8M gritando a todo pulmón ¡NO ESTÁS SOLA! ¡NO ESTÁS SOLA! ¡NO ESTÁS SOLA!
No estamos solas.

No estoy loca y no estoy sola. Somos nuestra propia Red y nosotras nos creemos

Algo cambió y todas lo sentimos. Nos reflejamos en la otra y no importaba en absoluto la
distancia. Resonamos.

Las sentí muy cerquita, abrazándome

Esas confesiones nombradas no definían al teatro ni nos definían como creadoras. Nos dimos cuenta de que las presentes en el círculo nos organizamos de manera diferente y nos relacionamos desde otro sitio. He ahí donde emitimos nuestra revolución.

Me define mi propio aliento. Soy mi potencia y decido inventarme una forma de crear
diferente a la que aprendí, no solamente la imagino sino la acciono.


Realizamos un autorretrato que nos definiera nuestro ser, quehacer y nos hicimos regalos entre nosotras, nos ofrendamos. Realizamos ejercicios audiovisuales hacia la siembra de un nuevo teatro, elegimos la semilla de nuestra preferencia, una meseta o una buena tierra y como acto performático nos grabamos sembrando ese nuevo teatro, conjurando a ese futuro que sane y restaure todas nuestras cuerpas y almas.

El hecho de estar juntas es como si la herida floreciera y como si el miedo se
desvaneciera

Eso fue el círculo, un espacio creado por nosotras donde podemos hablar de lo que nos dolió, sostenernos si nos quebramos, llorar juntas, reflexionar juntas, performear juntas y ante todo; cambiar nuestra realidad estando juntas porque no queremos que se repita la historia.
Nos regalamos un espacio de amor donde meditamos sobre aspectos que amamos de nuestra persona, realizamos ejercicios de escritura libre y ejercicios para conocernos. Sesiones donde nos ofrendamos palabras de amor de una con la otra.

Se presentaron más preguntas sin pretensión de aproximarnos a respuestas sino el simple acto de compartirnos desde nuestra experiencia ¿Qué violencias estamos ejerciendo? ¿Cómo quisiéramos que fueran nuestros espacios de creación? ¿Cómo preparamos el camino para las siguientes generaciones? ¿Cómo decirle a la otra persona que la necesitas? ¿Qué podemos hacer con las violencias que han sucedido en el teatro y sus secuelas? ¿Qué hacer después de saber que alguien ha sido abusador? ¿Cómo podemos hacer teatro mejor o al teatro mejor?
Si pudieras sanar algo en ti que se haya roto en algún momento dentro del teatro, ¿qué sería? ¿Qué te ha regalado el teatro?

Esta es nuestra Revolución: Nosotras cambiamos la Historia del Teatro. Rompemos con el patrón. Ya no más. Una revolución para transformar las formas en cómo se hace teatro y cómo somos representadas.
La revolución reside también en decir lo que sentimos
Di lo que sientes.

La que escribe ahora este texto, yo, Rosa Márquez Galicia me siento agradecida por el fenómeno que viví con todas y para todas. Agradezco las ofrendas, conjuros, deseos, acciones, performatividades, conversaciones rizomáticas y tantos temas pendientes. Había sesiones de Zoom donde nos tomábamos 3, 4 o 5 horas simplemente reflexionando y escuchándonos. No nos interesaba una respuesta a nuestras distintas situaciones sino compartirnos con la plena seguridad que la otra me escucharía y contendría. Imaginar a hacer otro mundo e ir realizando un ritual de sanación. Sé que Mayra, Silia Juárez, Sonia, Yamel, Nayeli, Heb, Su, Jess, Ana, Sayuri y Lenina me dan potencia a la distancia.

Como creadoras: estamos inventando una nueva forma de habitar el mundo, un teatro nuevo.

Como brujas: Conjuramos juntas. Un conjuro donde pronunciamos todos nuestros deseos.

Conjuros:

Conjuro que todas las lágrimas regaladas se conviertan en semillas.
Conjuro entender que no hay mérito en el sacrificio.
Tendremos la fuerza para crear libres.
Que todas las palabras sean un apapacho.
Conjuro un teatro distinto, un espacio propio, tener tiempo, sin espacios para competencias
o envidias.
Yo conjuro aceptarte poderosa.
Conjuro honrar mi tiempo.
Conjuro días de placer.
Conjuro mi amor propio.
Conjuro mi felicidad y la de las que me acompañan.
Conjuro honrar mi presencia, tejer mi presente y cuidarme ante todo.
Conjuro la sabiduría interna de mis amigas y la mía misma.
Conjuro habitaciones para seguir soñando y accionando.
Conjuro mi espejo cada día para verme tal y como soy más allá de mis heridas, más allá de
los moldes falsos, de los ideales impuestos, de cualquier abuso, conjuro mi reflejo en el
espejo, mis ojos y mi esencia para verme tal y como soy.
Conjuro un amor creciente y vivo.
Conjuro a la fuerza para nunca dudar de nosotras las conjuro a ustedes como hermanas.
Conjuro tiempos de calma para disfrutar lo que nos rodea.
Conjuro tiempo libre.
Conjuro un teatro hecho por nosotras, por mirada femenina donde no queda la violencia en
ninguna de sus miles de formas.
Conjuro que cuando no me alcancen las palabras mis compañeras me puedan prestar las
suyas.
Conjuro círculos que nos sostengan a pesar de la distancia.


Inhalo energía del centro de la tierra.
Estoy conectada con el centro del universo, se abre, me abraza, me recibe. Respiro.