Por Irasema Serrano
Comenzaré ubicando lo sensible no solo desde una cuestión biológica, es decir, la facultad de percibir distintos estímulos, sino también desde lo emotivo como un encuentro a movilizarnos, o bien, dejarse mover. Desde el comienzo de la historia, la escena se ha visto como un lugar donde podemos reformular, reforzar y reflexionar sobre cuestiones sociopolíticas del cotidiano. Es decir, nos ejercitamos como sociedad en la escena. Quizás esto es algo que ha cambiado en el presente -hasta cierto punto-, los distintos enfoques estéticos y sus objetivos han ampliado la personalidad de las ramas artísticas. Desde Augusto Boal, Brecht, Grotowski, Eugenio Barba, etc., podemos observar los distintos enfoques que nos sumergen en una autorreflexión mediante la práctica.
Tomé la decisión de estudiar psicoterapia Gestalt porque era necesario entenderme como ente relacional y procesual. Unir estas dos herramientas (lo escénico y la Gestalt) me ayudó a profundizar en mi trabajo como performer, pero sobre todo como investigadora, directora escénica y maestra. Todos estos puntos se encuentran interconectados, suponen una gran responsabilidad porque se comparten, dialogan y reflexionan información con otros/otras. Desde esta perspectiva, comencé un proyecto escénico llamado Corpografía; más que una compañía es un proyecto porque somos un conjunto de seres que sucede con las prácticas, los diálogos, los cuestionamientos y las reflexiones donde nuestro objetivo es la investigación. Una de las bases fundamentales para comenzar a investigar es interiorizar y observar lo que hay en lo más recóndito del ser, con todo lo que implica.
El ejercicio de sensibilizarnos tendría que comenzar desde observar nuestras sensaciones y emociones, aceptar lo que está y no negarlo, trabajarlo y abrirnos al mundo externo. Compartiré tres prácticas significativas que permiten ampliar el estado perceptivo en una búsqueda no sólo de mejorar nuestra sensibilidad hacia la escena, sino también la calidad de vida propia y de los otros.
Meditación del periné (10 – 15 minutos)
Con las piernas abiertas al nivel de las caderas, nos plantamos en la tierra y cerramos los ojos. Comenzamos un escaneo del estar en ese momento y relajamos los músculos, dejando que se sostengan en el eje mientras visualizamos que caen por gravedad hacia la tierra.
Hacemos consciente relajar la pelvis, sexo y ano.
Comenzamos a bombear el periné a un pulso constante.
Mientras se sigue bombeando, la persona que guía propone visualizar una línea que inicia en el primer chakra, después el segundo y así sucesivamente hasta llegar al séptimo. (Los chakras también pueden ser mencionados por su correspondencia en músculos, órganos o huesos).
Una vez en la coronilla se da la indicación de inhalar, apretar el periné y sostener la respiración mientras se visualiza la línea central. Al exhalar, se relaja todo el cuerpo. Esta última respiración se realiza siete veces. Al terminar -con los ojos cerrados- observamos qué y cómo se ha modificado el estar, y todas las sensaciones que resuenan en nuestro cuerpo.
¿Qué haces con esta sensación? ¿cómo llevas a tu día día lo que acaba de suceder? ¿Qué imágenes encontraste o se detonaron? ¿Cómo te sentías al inicio? ¿Cómo te sientes ahora?
Observando sin juicio (10 minutos)
Sitúa una silla frente a una ventana, siéntate, mantén erguido tu cuerpo e intenta no moverte durante toda la práctica.
Pon tus manos encima de tus muslos dejando que descansen y siente su peso. Mantén tu mirada en el horizonte, observa todo lo que hay alrededor movilizando sólo tus pupilas.
Observa el movimiento natural de las cosas, el aire, el ruido, los edificios, las plantas… Cualquier cosa que haya, sólo observa. No juzgues, no te des explicaciones, no te hagas historias… sólo observa. Haz esto durante 5 minutos.
Una vez que hayan pasado los 5 minutos iniciales, cierra los ojos. Intenta recrear en tu imaginación lo que está frente a ti pero con ojos cerrados. Sé específica/o.
¿Qué hay del lado derecho? ¿Qué colores? ¿Cómo era el movimiento? ¿Cómo es la profundidad? ¿Cuánta distancia hay de tu cuerpo a lo que se encuentra frente a ti? Hazte preguntas para que generes una imagen casi exacta. ¿Qué sientes? ¿Cómo se siente tu piel? ¿Puedes sentir la profundidad, los movimientos, los colores con ojos cerrados?
Abre los ojos, obsérvate. Sigue tu día.
Ecolocación (10 minutos)
Esta herramienta fue compartida por el artista e investigador Jaime Lobato. La ecolocación es una herramienta con la que nacemos pero debe ser entrenada. Es la posibilidad del humano de ver mediante la escucha y se encuentra dentro de la perspectiva ecológica de la percepción. Es una herramienta que algunas personas con discapacidad visual emplean para relacionarse con su entorno.
Comienza a generar un sonido de ruido blanco.
Pasa una de tus manos, a unos cinco centímetros de tu boca y mueve de un lado a otro, mientras sigues generando el sonido.
De igual forma, genera el mismo sonido y pon tu palma frente a la boca a una distancia lejana. Comienza a acercar la palma hasta llegar a unos cinco centímetros de distancia.
Ahora, házlo alejando la palma.
Haz lo anterior con los ojos cerrados.
Mientras esto sucede, reflexione. La mano no tiene sonido, pero podemos calcular su posición y dirección gracias a la relación del sonido y la mano.
Estas prácticas nos brindan la posibilidad de reflexionar sobre la relación con nosotros, el otro y el ambiente (lo que nos rodea). Es decir, ejercitamos lo sensible. Los performers se refieren a ellas como una revolución corporal que permite replantear su relación con el mundo.
¿Qué es revolución? Un cambio drástico y profundo que no solo podemos observar a nivel social, político o económico, sino también perceptivo. Sí, sensibilizarnos nos revoluciona, nos transforma. Es algo que se va generando, abriendo, puliendo… y a medida que nos vamos sensibilizando nos hacemos más presentes. No somos entes individuales, por lo que es importante permitirnos desarrollar la posibilidad de relacionarnos con el ambiente, con espacios físicos y simbólicos.
Desde nuestra práctica como Corpografía, la cosmovisión o la forma en la que interpretamos y leemos el mundo, parte del cómo lo percibimos. Nuestra hipótesis es que si hacemos transformaciones en el modo en que percibimos, en que concebimos el entorno, en nuestra forma de interrelacionarnos (incluso más allá de la discursividad, también a través de otras capas de sensorialidad), hablamos de una revolución a nivel de percepción y, por lo tanto, de una revolución sociopolítica; porque la escena es un arte social y lo social se comparte y se expande.