Por Melissa Zaragoza.

Durango, octubre del 2022.

Todos tienen versiones y eso quiere decir que no hay verdad, las puedes construir, dice Vivi Tellas. 

Desde antes que comenzara este año, en mi cabeza rondaba la idea con mayor frecuencia que otras veces, sobre querer realizar algo escénico en torno a la ausencia paterna; pero más que eso, era para encontrar o construir la verdad de ese padre que tuve, pero que pocas veces estuvo ahí. Quería materializarlo y sabía que la única forma de hacerlo era en la teatralidad.

En mi mente existían tan solo tres recuerdos de él. El primero, un encuentro fortuito a la distancia a mis 10 años; el segundo una llamada a mis 13; y el tercero, su rostro sonriéndome en un féretro el día de su funeral a mis 16 años. 

En el biodrama una se embarca en la búsqueda de los momentos teatrales de la vida, los cambios dramáticos, para lograr la dramaturgia del destino. Así que yo me embarqué junto a un querido amigo del sur, Ricardo García, a descubrir y construir estos momentos. 

Las primeras tareas que colocamos en este andar fueron: 

-Bitácora diaria 

-Contestar dos preguntas todos los días, por la noche y la mañana

¿Quién era papá?  Y ¿Cómo lo recuerdo?

-Ubicar a esa primer persona con la que pudiera dialogar y escarbar sobre la vida de mi padre.  Nota. – Cuando ubiquemos los acontecimientos “importantes” para la reconstrucción, ser aguda, para saber cómo moldear el hecho de que cuenten eso. Guiar.

-Investigar alguna rutina que tenía. Y reconstruir su rutina

-Recopilar material fotos, audios, etc.

Angelica Lidell nos dice que tal vez no se deban compartir obras, si no residuos de nosxtros mismxs y heme aquí escribiendo con temor, pero por apaciguarlo también escribiendo, compartiendo un residuo que algún día fue un todo, se destruyó y hoy, a pasitos, se construye.

El pasado para mí era una ficción … y ahora comenzaba a escribir otra, pero una que sabía a realidad.  

Desde que comencé a hacer teatro éste me presentó varios padres. Durante 4 años seguidos tuve roles de personajes infantes que no tenían una mamá sino solo un papá (tal vez el teatro sabe que yo tengo una mamá, que siempre es bondadosa y amorosa) no hice conciencia de ello, sino hasta que él mismo me hizo consciente de que de alguna manera en sus brazos escénicos yo estaba buscando esa figura paterna, ese alguien que era una posibilidad en mí y yo desconocía. Muchas veces me pregunté quién sería yo si esa figura hubiera estado presente ¿Sería el teatro mi camino aún?. Quiero pensar que sí, tal vez hablaría desde otro lugar, otras incógnitas me habitarían, pero contar historias y dar respuesta a esas dudas que rondan mi mente, el teatro en esta vida y en todas sus posibilidades quisiera que fuera un aliado siempre para responderlas. 

Cuando comencé a contestar las 2 primeras preguntas que se me dieron como tarea, me fue muy difícil, no sabía quién era papá y tampoco tenía recuerdos de él, me sentí frente a un mal texto, sin contenido, no podía realizar una ventana de Johari, ni nombrar antecedentes remotos, mediatos o inmediatos, pues casi todo para mí eran hojas en blanco. Debía investigar primero, pero me daba miedo, remover hacer emerger, mas era una necesidad muy grande la que tenía, así que la teatralidad hacía de las suyas nuevamente y me daba las herramientas para aventurarme a hablar y preguntar. Si Melissa hija, Melissa nieta, Melissa sobrina, no se atrevió en 30 años a indagar a fondo quien, y cómo fue su padre, Melissa teatrera investigadora con tendencias de documentalista si lo iba, lo tenía que hacer. 

Así que, a la primera oportunidad que sentí la vida me presentaba, lancé el primer estímulo; le envié un mensaje al hermano de mi papá, para pedirle nos encontráramos. Recuerdo tener muchos nervios tan solo de enviarle el mensaje, pero sentí que este acercamiento si llevaba implícita la palabra teatro conjuraría ya una posibilidad y no un rechazo, porque lo que más miedo me daba era volver a sentir que era rechazada, posiblemente la escena se siente cálida porque no da pie al rechazo, eres tú quien decide si estás o no estás con tu accionar, ella está ahí dispuesta a abrazarte. Y en esta ocasión también él (mi padre) a través de alguien cercano a él estaba ahí dispuesto a abrazarme; sentía que su hermano tenía que ser la primera persona con la que me encontrara por su cercanía, su similitud de género, su entendimiento en la paternidad, la perspectiva que le podía dar hasta cierto punto la distancia ante la situación entre ambos. ¿Se puede reconectar con alguien a través de otra persona cercana a él? Mientras el encuentro se dio escuché con atención cada anécdota, cada risa, cada suspiro al recordarlo, cada desazón y ahí comenzó a revelarse la imagen, era como si hubiésemos entrado a un cuarto oscuro y los rollos de película tomados comenzaran su proceso en los químicos adecuados, pregunte cosas sencillas cuasi “bobas” como cuando construyes un personaje, pero que luego eso da sentido a su accionar a la toma de dediciones, a imágenes de ese ser en otros espacios, con otras personas, que acarician al sentido. Los siguientes dos encuentros los provoqué, uno con mi mamá y otro con su mamá, me parecían los encuentros más difíciles, no sabía por dónde empezar.

Fui poco a poco persuadiendo a mi mamá de que tendríamos este encuentro y tanto ella como yo le estábamos huyendo de alguna manera. Hasta que me envalentoné y la invité a un café, le pedí que no se limitara, que compartiera desde la honestidad sin temor a decir cosas que me pudieran lastimar por alguna razón. Así que cuando comenzó, sentí que no podía escuchar en la totalidad como Melissa, había una parte de mí que tenía que estar, mirar y escuchar como la investigadora de este proyecto, debía agarrarme de la bifrontalidad y ser la actriz y el personaje para que mi mamá no se detuviera, no temiera y compartiera, lograr ir hacia los archivos que estaban hasta el fondo, esos que guardaban la esencia de la historia, su historia al menos. Hubo momentos en esa charla donde quería soltarme a llorar junto con ella, pero apelé a la contención, también hubo otros donde quise reclamar, pero apelé a no juzgar al personaje que tenía enfrente, al terminar agradecí a ella por su generosidad y al teatro una vez más por su capacidad para hacernos conectar aun fuera de los recintos escénicos. Fueron así mostrándose el conjunto de secretos, verdades a medias, pasados compartidos, reclamos, amor, incomprensión, memorias y mitos de esos que son siempre una familia. Puesto que cada palabra, frase, historia compartida daba raíz a conectar o a indagar en otros lugares y así su imagen comenzaba a tomar color. 

El tercer encuentro fue con mi abuela, pocas veces nos habíamos visto y yo no me había sentido del todo cómoda en esos momentos, siempre sentí que mi hermano era mejor recibido que yo, tal vez por el parecido que tiene hacia mi padre, tanto física como interiormente (a la voz de mi abuela), pero debía escucharla, quería tener su mirada de madre en la construcción de su imagen, quería ir a esas anécdotas de niño a esa cotidianidad de su accionar, a sus rutinas a sus gestos que solo, solo una madre, de un hijo, puede observar. Me conmovió escuchar el suceso de la muerte de mi padre desde su punto de vista, como los residuos de ese cordón umbilical que alguna vez les tuvo tan cercanos se activó en los últimos suspiros de vida de él y a través de un mirar a la ventana cerrar los ojos, decir su nombre y sentir que el cuerpo temblaba, se dijeron adiós. 

Cada encuentro fue dándome la posibilidad de sentir que lo conocía, las preguntas que al inicio me costaban llenar fueron cubriéndose de letras, sentía que las anécdotas de lxs otrxs eran mías también, de alguna manera, podía escuchar su voz en mi mente, verle jugar tenis, cantar mi gusto es, llevar rosas, juguetear, montar caballo, coquetear…

Así pues, papá no fue ni presidente, ni gobernador, ni general, ni revolucionario triunfante, ni intelectual, ni escritor, ni empresario influyente, ni deportista destacado, ni mártir. Lo que sigue son una suma de esos restos y la dificultad para reunirlos, cuando leí estas líneas en el libro “El salto de papá” … entendí o eso creo, que el teatro me estaba dando los medios para reunir esos restos de ese que fue, era y sería ahora mi padre, en un acto de comunión, en un acto de encontrar y reconectar con mi seguridad con la posibilidad dentro de esa imposibilidad en la que me vi envuelta desde pequeña. 

Y sigo aquí en esta construcción de mi verdad de la mano de quien ha sido tal vez el padre más cercano, presente, mágico, exigente, sabio que he tenido, el teatro, esperando que esta puesta se vuelva carne y que así de alguna manera mi ritual para llamarle y verle sea posible pronto, que otrxs puedan espejearse y sentir que este abrazo que construí para mí, es también para ellxs.