Por Rosa Aurora Márquez Galicia

Querida lectora, este es un texto lleno de reflexiones y debrayes informales. En este escrito expondré cuestiones caóticas, reflexiones desordenadas y algo íntimas. 

En la vida tengo que: 

Despertarme tarde, arreglar la cama, hacer el desayuno, limpiar los platos del desayuno, ir al mercado, primero sacar dinero para hacer las compras, primero trabajar para tener dinero para comprar y con ello pagar el agua, luz, teléfono, internet, servicio de basura y que no se te pase porque lo cortan, cortan, cortan, ir al trabajo, sacar todos los pendientes, hacer una lista de los pendientes, llamar, mandar correos, hacer, ejercer, hablar, mediar, traducir, convencer, seguir, mandar, enviar, llegar a casa, escuchar un podcast, desinfectar vegetales, cocerlos, ya no me queda paprika, dejo remojando en microdín el cilantro, hacer de comida, lavar los platos de la comida, el sartén dejarlo enfriar antes de lavarlo, se me cayeron algunos tallos del cilantro al piso, el sábado barro y trapeo y lavo el carro, lavo calcetas, lavo ropa interior, lavo ropa separada por color y tengo que ir al súper porque se acabó el detergente, llamarle al plomero porque necesito un cambio de paso de agua, llamar a tu antigua universidad para darle seguimiento a tu titulo, ir a tu segundo trabajo, escribir, teclear, dar enter, dar enter, dar enter. Voy al baño, se me olvidó comprar papel de baño en el súper. 

Tratar de relajarme, veo una serie, me quedo despierta hasta las 1:00 am, ya me desvelé, mañana dudo despertarme a tiempo. 

Cierro lo ojos. Intento dormir.

Pensamientos intrusivos en bucle: ¿En qué momento terminaré de escribir el texto que dejé a medias? ¿Cuando vas a aplicar a alguna convocatoria? ¿Ya tiene rato que no le das seguimiento a tu compañía de teatro? ¿Y tu página web? ¿Cómo le hacen las que tienen hijos para sobrevivir el día? ¿Cómo le hacen las personas quienes cuidan a otras personas en la vejez? ¿Porque no me habrá llamado____? ¿Cuando vas a viajar? ¿Porque no has arreglado los pendientes con ____? ¿No le has llamado a tu mamá? ¿No has visto a nadie de tus amigues? ¿Porque siempre estoy tan cansada todo el día y en la noche no puedes dormir? ¿Porque carajos no has entrenado? ¿Estoy siendo gordofóbica o realmente me preocupo por mi entrenamiento? ¿Cerré bien la puerta de enfrente? ¿Y si entra alguien? ¿Neta esto es vivir? ¿Porque todo me está saliendo mal? ¿Soy una mala persona? ¿Porque nadie me entiende? ¿Porqué dije eso en la conversación que tuve con___? ¿Estarán hablando de mí? ¿Qué será de mi vida cuando envejezca? ¿Alguien estará conmigo? ¿Qué será de mi?

Pausa

Respiro

Paro.

Scrolleo en Instagram y leo “Tips para el autocuidado” presentando una serie de imágenes con un alto nivel de cursilería y privilegio en el contenido. 

Autocuidarse parece una moda mainstream con muchos gastos y mucho tiempo libre. Comprar un extractor, una airfryer, set de pesas o inscripción al gimnasio o suscripción mensual a una aplicación de yoga, el tónico facial, el tratamiento capilar, la coenzima q10. DEMASIADO, DEMASIADO, DEMASIADO. 

¿Qué hace una teatrera con dos trabajos, con proyectos escénicos independientes y con muy poco tiempo libre para autocuidarse?

Enfoco mucho tiempo en mi vida para sobrevivir. Cuerpo, pensamientos, gestiones emocionales las he dejado en un último lugar. Mi creatividad, ni se diga. 

Estamos en un ambiente sistémico para no pensar en nuestro cuidado, mientras nos atraviesan vidas instagrameables con ritmos de vida calmados, donde cocinar parece una obra de arte y al parecer nunca salpican el fregadero, ni tampoco sale volando la tapa de la licuadora, donde ejecitarse te conduce directamente a una belleza hegemónica sin preocuparse que le debes a Coppel por las cremas que viste en algún TikTok y donde ir a terapia suena a un proceso dichoso y bendito en el que puedes sentirte moralmente superior a las otras personas. 

Me encuentro cansada de sobrevivir, de sentir ansiedad y de sentir que nada tiene sentido, veo en publicaciones de lo mainstream que se vuelve hablar de autocuidado ¿En qué momento me cuido? Si en vez de ir a un spa prefiero pagar la tarjeta de crédito a tiempo ¿En qué momento me cuido? Si prefiero pagar por que me reparen la tubería de agua en vez de pagar la suscripción de un gimnasio. ¿En qué momento me cuido? Si prefiero comprar la comida a domicilio que hacerla porque me encuentro cansada de sobrevivir. CANSADA DE SOBREVIVIR. 

Todo este tipo de pensamientos rondaban, me di cuenta que mi situación me controlaba. 

¿En qué momento perdí el control? 

El año pasado me diagnosticaron un tumor en el útero y una bolita en el pecho izquierdo. Es el segundo tumor que tengo. El primero me lo operaron en 2019 con gastos de más de 80 mil pesos. 

Me enojé con mi cuerpo, me enojé tanto por sentirme tan frágil. 

¿Qué he hecho para evitar esto?

Mientras estaba sentada en la sala de espera del consultorio, dejé de pensar en mis proyectos pendientes, en las obras de teatro por hacer, en todo lo que debía o no ser o hacer. Pensé en mí, en lo que realmente necesito para mi bienestar. No puedo seguir sosteniendo una vida donde yo sea una víctima de mis circunstancias. He tenido tantas ganas de eliminar todas las presiones sistémicas y esas ganas me han creado otras posibilidades desde muy joven. Me he abierto puertas, me he abierto camino. Si antes pensaba que vivir del teatro era imposible… 

¿Cómo no voy a cambiar esta situación actual? 

Querida lectora, quizá puedas empatizar o no con la idea que muchas enfermedades se desarrollan a partir de los alimentos y de los estados emocionales. Yo lo creo o al menos, no pierdo nada intentando. 

Es la segunda vez que tengo una tumoración en el mismo lugar del cuerpo y una parte de mí se siente profundamente culpable. Como si le hubiera fallado a mi cuerpa, la única compañía segura durante toda mi vida. 

He estado conspirando en mi contra. 

Sé qué hábitos son los que conspiran contra mí, sé todo lo que puede dañarme poquito a poco. Ahora, basta con la culpa, la lástima y ¡manos a la obra!

Mi mente y emociones. 

Mi primer paso fue pedir ayuda, aceptar que hay cosas que no puedo hacerlas sola. Pedí ayuda a mi red de afectos, a mi familia elegida y a personas que podrían saber cómo iniciar un proceso para acompañarme, alejarme de culpas, autoreproches y aligerarme mis cargas. Gracias a todas las personas que respondieron a ese llamado. 

Ingresé a dos tipos de terapias: Psicología Gestalt e ingresé a un Centro de Sanación Integral, terapia alternativa. No profundizaré en este viaje porque no me alcanzaría el lenguaje para todo lo aprendido y toda la intimidad que implicó. Sin embargo, he entendido que el viaje hacia el interior es ilimitado.  Por muchos meses insistí y me sometí a mucha presión por estar bien, sentirme sana, apurarme a ello. Una de las mejores cosas que he aprendido es: Dejarme en paz. Todo proceso tiene su tiempo y espacio. No me va ahorrar dolor el hacerlo más rápido. 

Y sí, para mí, el autocuidado puede doler mucho. 

El autocuidado como disciplina al crecimiento y todo crecimiento, duele. Los dientes al crecer duelen, la parte superior de las piernas duelen cuando se expande. 

Crecer duele. 

Elegir relaciones recíprocas, poner límites, renunciar a expectativas que pensaba que me harían feliz, cambiar patrones de comportamiento, tener conversaciones incómodas para mejorar cómo relacionarme, decidir no ser víctima de mi alrededor, darme cuenta que mi felicidad no depende ni de personas, circunstancias o logros, dejar de evadir, reformular la personalidad que me creado y creído para mi, sanar mis heridas de la infancia, analizar eventos traumáticos desde una mirada compasiva a mi proceso, reformular mi forma de interacción con mis vínculos, la tendencia de sentirme inadecuada y reconocer que es una tendencia colectiva,  dejar de sentir que le debo explicaciones a alguien, salirse de la queja para iniciar la propuesta, elegir qué pensamientos me hacen bien, mantener mi bienestar a largo plazo. También es demasiado.

Crecer duele. 

Me abrumé. Quise dejarlo por la paz. Dolía mucho. Decidí ir paso a paso. Lento pero constante. El autocuidado para mi va más allá de comprar productos caros e Instagrameables. El autocuidado es la forma en cómo quiero y decido SER humano, no un HACER humano. Siempre pensaba que mis acciones me definían y por ello me esforzaba sin mesuras para sentirme merecedora de un lugar en el mundo. No soy lo que hago. No soy lo que he hecho. Pero a la par, accionar para ser la humana con la que me gustaría relacionarme. Ser la amiga que me gustaría tener. Ser la artista con la que me gustaría trabajar. 

Parecería que el autocuidado se siente como una labor más, quizá lo sea. Una labor para asegurar mi permanencia. Dejé de dirigir al ritmo acelerado que por años tenía para enfocar mi energía en resolver cuestiones pendientes de mi salud, energía, emociones y eso me hacía sentir culpable y frustrada, sentía que no estaba haciendo nada, me ponía en un estado de alerta y es cuando digo;

¿A quién carajos le tengo que rendir cuentas de lo que hago o no en la escena? 

Primero la vida, luego el teatro. Primero mi salud, luego el teatro. Primero mi calma, luego el teatro. Primero mi armonía, luego el teatro. Primero me cuido y luego escribo, investigo, dirijo. 

Siento que mi relación con el teatro se está transformando hacia una relación menos absorbente y donde mi trabajo no me controla sino yo soy la que toma las decisiones de ello. Fueron años de sobreexplotación, desvelos, trabajos sin horarios y cuando tenía ciertas tardes libres mi cuerpo no comprendía el descanso. 

Pienso en el descanso. Imagino la época donde trabajamos del monte y nos alimentábamos de la tierra, ¿Habrán separado el trabajo y el descanso? Imagino que lo realizaban de manera transversal, cuidar las infancias, ir por alimento, trabajar la tierra y entre medio había descanso pero ese descanso no lo usaban para desajenarse de la realidad sino para la observación, para observar tierra, cielo y animales. 

Ahora vivimos en una realidad totalmente distinta a aquella, pero me gustaría volver a ello; a que mi descanso no sea tan ajeno a lo externo, que mi descanso sea un descanso activo, vivo, resignificarlo en el que no solamente se convierta scrollear sin parar, sino un acto de cuidar de mí y observar mi viaje interno. 

Mi estómago y mi colon

La doctora Megan Rossi, una especialista australiana en salud intestinal menciona que el 70% de las células de nuestro sistema inmune vive en el intestino. La serotonina se produce en el intestino, se conoce popularmente como la “hormona de la felicidad”. En los años recientes, investigadores han encontrado un rol importante de la dieta y la alimentación en la prevención y tratamiento de los miomas uterinos. ¿Por qué menciono esto?

Como segundo paso de mi proceso de autocuidado fue cambiar mi alimentación. Me sometí a un proceso acompañado en trofología durante 2 meses que consistía en un proceso de desintoxicación de colon, hígado, pulmones y demás órganos.  

Aquí un fragmento de la bitácora (muy personal) del proceso, hablo de cuestiones escatológicas y reacciones corporales. Si no te causa repulsión, procede a leer.: https://docs.google.com/document/d/1HkRHCGlYnXZJ124i_ZPC966pg02-8zWj/edit?usp=sharing&ouid=113990545764723835784&rtpof=true&sd=true

El sistema alimentario centrado en el autocuidado representa un cambio profundo en la manera en que percibo, significo y gestiono la comida.  El objetivo principal radicó en consumir alimentos que no solo nutran, sino que también respeten y trabajen en armonía con mi cuerpo. Esto implica una atención meticulosa no solo a los nutrientes que ingiero, sino también a la forma en que combino y proceso los alimentos. Al adoptar este enfoque, me alejé de la alimentación como simple ingesta de calorías y me aproximé a una práctica consciente y personalizada que considera las necesidades individuales y la capacidad de nuestro organismo para asimilar y utilizar los nutrientes.

No es solo una cuestión de qué comemos, sino también de cómo entendemos y nos relacionamos con la comida. Requiere una reeducación de hábitos alimenticios arraigados y una apertura hacia nuevos alimentos y preparaciones. Implica, además, una conexión más profunda con los ciclos naturales de la alimentación y una conciencia renovada sobre el impacto que nuestros hábitos tienen en nuestro cuerpo y en el entorno.

A medida que aprendo a seleccionar alimentos que promuevan el equilibrio y la vitalidad, invierto en el bienestar a largo plazo. Este enfoque no solo mejora la salud física, sino que también ha tenido efectos positivos en mi salud emocional y mental. 

Todo mi proceso alimenticio es un recordatorio de que los cuerpos merecen ser tratados con dignidad, cuidado y respeto, empezando con el mío. Y que nuestras elecciones tienen el poder de influir en la calidad de vida de manera significativa. Adoptar este cambio es, en sí mismo, un acto de autocuidado profundo y consciente que me conecta más íntimamente con la propia salud y con el mundo que me rodea.

YO

Sé que me hacen falta escribir sobre varios aspectos que hoy, para no extenderme, omito. También, es un proceso del cual estoy iniciando. Cada actividad cotidiana que me produce un autocuidado; actos de contemplación, abrazar mis silencios, ser una con el paisaje, disfrutar mis vínculos. Cada una de nosotras tiene sus propios procesos, hoy comparto lo que me ha servido y funcionado. No significa que a todas les funcione. Vivimos en situaciones de opresión distintas, el capitalismo individualista nos transgrede en todo momento ¿Qué posibilidades tengo conmigo para ir en contra de ello? 

He dejado de conspirar en mi contra, he dejado de sentirme inadecuada, es complejo mantener un equilibrio, el autocuidado cuesta pero armoniza. Hoy no romantizo el autocuidado. En la infancia no nos enseñan de gestión emocional, ni de viajes interiores, ni de alimentación o de armonía en el cuerpo, ni de acciones cotidianas para el autocuidado. En el camino lo aprendemos, hoy no me suelto de ellas. He aprendido a cuidar de mi estómago, cuidar de mi sueño, cuidar de mi calma, cuidar de mi vida hacia la prosperidad más que al placer inmediato.  Aprender a cuidar de mí para cuidar a mis otras. Con ternura, con empatía, con cuidado, con constancia, con pasión. Compasión. 

Yo no quiero ser una flor, ni un pájaro, ni una mariposa. 

Quiero ser un tubérculo que crece ante sequías.

Quiero ser monte que se adhiere a la tierra. 

Quiero ser animal rastrero o plaga que se aferra a la vida.

No quiero vivir la belleza de un solo día, quiero que la tierra se entere de mi existencia y permanecer, no solo sobrevivir, vivir con todos los dientes e ir en contra de mi propia mortalidad. Intentarlo todos los días. Cada minuto cuenta. 

Información actualizada: La bolita en el pecho se me desintegró. Ya no existe. La ansiedad y la depresión no han vuelto hasta el momento. Dentro de dos semanas tengo ultrasonido para observar el tumor 

¡Deséame mucha suerte!