Por Karen Cova.
Escribo con el cabello suelto para disponerme a la libertad. Mientras escribo mis pies sienten el suelo y mi alma un alivio que no sé explicar. Escribir es una de mis formas de respirar. Por este acto me siento ya conectada con los sentipensares de tantas otras que han respondido a esta invitación. Lo agradezco.
Invoco al intermitente lazo hacia mi voz pues es la voz el tema que deseo abordar. Mi voz desde mi voz. ¿Me crees si te digo que sigue siendo tan apasionante como difícil?
No sé exactamente dónde comenzó mi camino de autoconocimiento, lo que sí tengo claro es que a partir del deseo, llamado y decisión comencé a estudiar la voz, una llave se abrió. Me sentí atraida por profundizar en torno a la voz desde que el teatro me regaló el darme cuenta que tenía una y que había que trabajarla para ser escuchada. Sin embargo, no fue sino hasta el 2018 que sentí el momento preciso de dedicarme a aprender acerca de este misterioso fenómeno. Me fui entonces a CDMX, donde se encuentra el CEUVOZ, el único centro en Iberoamérica especializado en el trabajo de la Técnica Vocal al servicio de la Palabra, mismo que es dirigido por la maestra Luisa Huertas y sostenido por un maravilloso equipo. Meses antes soñaba con seres a quienes tenía una confianza muy especial y que al despertar ya no reconocía; supe después que eran mi tribu de generación y que nuestro encuentro ahí fue realmente un reencuentro para mí. Y fue intenso. Fui guiada por grandes maestr@s al tiempo que compartí el viaje con quienes igualmente considero maestr@s de vida. Atesoro muchas experiencias.
Llegué a estudiar con la idea de entrenar la técnica para sacar el máximo potencial a la limitada voz con la que creí haber nacido. Ahí escuché de la voz de Llever Aíza la primera frase que me liberó de una enorme carga: “Nacemos vociferantes”. Suspiré. Ya comienza el alivio. En la fortuna de gozar de un aparato fonador sano, había nacido con la capacidad de hablar, gritar y cantar intensamente, con todo mi ser. El no poder hacerlo respondía a otros factores psicofísicos que podía y debía atender. Además, ya estaba ahí con todo mi energía puesta en hacerlo. Se volvió una cuestión de supervivencia. Ahí, al encontrar espacios corporales, mentales y emocionales para que mi voz resonara con libertad, aprendí que la primera generosidad necesaria es hacia una misma. Desde entonces no concibo la vida sin la búsqueda de la libertad de mi voz porque en mi voz está todo lo que soy.
LO QUE ME FUE DADO.
Mi voz tiene pelos
Y raspan.
¿La escuchas?
Todo mi transitar como participante del Diplomado “La sabiduría de la voz y la palabra diciente”, al estudiar acerca de la fisiólogía de la voz, así como distintas técnicas para la voz cantada y hablada; al experimentar la musicalidad, las capacidades expresivas, y la riqueza del español, por mencionar solo algunos aspectos, derivó a hallazgos muy valiosos. Otra llave se abrió justo al final de este periodo, durante mi última clase con la maestra Tania González Jordan. Ella, con una sensibilidad que agradeceré siempre, me hizo ver lo ajeno que resultaba para mí escuchar mi propia voz. Y lloré mucho. Justo el último día de mi experiencia en CDMX me abrumó reconocer la inmensidad del proceso con mi voz. El sentirme desarmada me hizo recordar a Julia Valey quien en su libro “Piedras de agua” confiesa haberse sentido en un estado de vulnerabilidad similar al terminar su primer proceso en el Odin Teatret. Sentí que sería infinito, que no había logrado crecer, que estaba en el mismo sitio del inicio. Y no, ya que al inicio me sentía perdida, inferior, incapaz, incompleta; siendo que, en este nuevo punto, tuve la dolorosa oportunidad de reconocer mi auto desconocimiento. Mi voz, una extraña para mí, me lo mostró. Suspiré como pude. En ese momento no encontré alivio. Con una percepción propia disuelta en muchas partículas, hice el esfuerzo de reorganizarme para realizar los talleres de retribución de la manera más digna y clara posible. Todo se fue asentando. Suspiro y me acuerdo de ceder. Motivada por compartir mantuve mi voluntad inicial de diseñar 2 talleres dirigidos a maestras, maestros y estudiantes de educación tanto del sector urbano como del sector rural. La docencia es parte de mi linaje y deseé aportar a una de las profesiones para quienes más esencial es conservar el sano uso de su voz. Mi madre, maestra de genuina vocación desde los 15 años, fue aliada en la gestión y también participante. Me siento tan lejos de ser maestra. Aquí se abrió otra llave pues encontré la belleza de ser parte del proceso en el que alguien descubre su propio poder. Escuché muchas voces vibrar y brillar; la mía vibró con ellas. A través de otras voces comenzamos a conocernos más mi voz y yo.
Deseo que la educación para conocer la propia voz algún día sea derecho para tod@s.
Por haber sido curiosa de otros procesos, puedo decir que la voz es un fenómeno muy complejo, cuyo flujo natural vuelve imposible capturarla o domarla. Así es que no he logrado conocerla del todo porque en cuanto he creído hacerlo ella y yo ya hemos cambiado. “Todo fluye”, decía Heráclito; nadie puede bañarse 2 veces en el mismo río porque ya no serás la misma y el río tampoco. Ceder. Paciencia.
BAÑO PARA LA HIPERSENSIBILIDAD
Para poder con ella
Baño para las cosquillas en el cuerpo,
de siempre,
que no sé de dónde vienen
Baño para dejarse tocar
¿Cuánta es el agua necesaria para sanar?
Baño para recuperar la pureza con la que no nací
Baño para que la energía corra libre
Baño para que corra libre
Baño para que ella corra libre
Que ella corra libre
Ella
Yo
Baño con barro
De las manos hacia adentro
Baño con jardín seco, bien seco
Extracto de la lavanda que resistió al olvido
Baño para la hipersensibilidad
Y un deseo,
Baño libre
Baño fluido
Baño gozoso
Que el barro corra libre como el agua que lo integra
Sentir el momento de cerrar los ojos
Abrir los ojos hasta que esté lista
Y si la huella se seca sobre la piel
Que llueva.
EL UNIVERSO DE MI VOZ ME HA LLEVADO A:
Descubrir que puedo no ser friolenta si le doy suficiente calor a mi cuerpo a través del aire que respiro.
Desbloquear mi proceso creativo
Encontrarme con la danza y descubrir muchos más espacios gracias a ella
Crear una exposición de piezas inspiradas en el espacio que el aire abrió en mí
Componer con flores y huellas
Dibujar con la lluvia
Dejarme atravesar por la lluvia
Ser curiosa del jardín, nombrarlo mi maestro
Descubrir aliados del ceder
Reconciliarme con los arrullos: acompañar el maternar de mi sobrino
Buscar respuestas
Abrir mi escucha
Abrir mi mirada
Reconocer los estados de ausencia y presencia
Acompañar procesos
Ser curiosa de la de energía
Descubrir los propios poderes
Reconocerme en otras voces
Conectar con otras mujeres y saberme hechicera como ellas
Reconocer a mi intuición; conectar con ella
Ver a otr@s florecer
Confiar en mi poder
Disfrutar el silencio
Entender que no siempre hay algo qué decir o qué decirme
Abrirme al paisaje interior que me habita y dejarlo que se transforme cómo le plazca, como lo necesitemos
Abrazar la tribu que me espera siempre en casa
Aceptar ser parte de más de una casa
Llamar a mis medicinas mis aliadas
¿DÓNDE ESTOY?
Estoy en el retador momento de descubrir que toda mi vida aboné (sin saber) al desbalance que me sobrepasó hace apenas unos meses cuando me sentí incapaz de continuar mi camino como actriz. Estaba desmotivada y cansada; no entendía por qué. ¿Era el fin? Declaré una pausa. Tras buscar e invertir en descubrir el origen, ahora sé que hay en mis hormonas un desequilibrio importante. Había pasado la vida sintiendo que no cabía en mí y en esta necesidad de salvarme de estar en un territorio que no sentía mío, encontré en el teatro la posibilidad de sentirme otra a través de los personajes que habité y que siempre me llevaron de regreso a mí. Siempre a descubrir algo nuevo de mí. Siempre de nuevo al laberinto personal que no termino de resolver.
GRACIAS A LA FICCIÓN
He sido madre
He sido recuerdo
He sido espíritu
He sido costurera
He sido estrella
He sido estudiante
He sido constelación
He sido nada
He sido herrero
He sido hombre
He sido reina
He sido doncella
He sido demonio
He sido mosca
He sido niña
He sido esposa
He sido hermana
He sido otra estrella…
Todas ellas menos yo.
Tengo 28 años y apenas me estoy conociendo. Es la verdad más dura que he tenido que aceptar. Hoy, me libero del peso gigante y espeso de no reconocerme pues ahora vivo el proceso de asimilar que hay puentes estrechos entre mis cargas de nacimiento, mi estado hormonal y mi historia de vida. Mi voz interna me repite varias veces al día “Tranquila, desde adentro, ya nos estamos haciendo cargo”. Suspiro. Suspiro de verdad porque si nunca hubiera abierto esa llave, la de mi propia voz (aunque vuelva a cerrarse continuamente), no habría nunca descubierto el origen de mis malestares. Me habría conformado con lo que llaman normal y con tener una calidad de vida disminuida. No habría llegado a mi diagnóstico, no habría sido justa con la niña y adolescente que fui ni con la mujer que soy; no habría encontrado la relación de mi voz con mi bienestar integral. Otra vez mi voz en relación con el todo.
Cambio radical de perspectiva. Necesito crear desde un nuevo y verdadero equilibro. Quiero abrazar mi vida como si acabara de nacer. Quiero crear hasta sentir en los ojos con los que me miro la magia que otr@s han visto en mí, hasta sentirme plenamente poseedora de ella. Deseo poder escribir desde la calma. Quizás lo estoy logrando. Suspiro más y siento que por fin he liberado los suspiros porque aparecen uno tras otro.
Entiendo que lo que en mi estado de abrumación declaré como pausa no lo fue. No ha sido pausa y menos es pausa ahora que escribo. ¿Cómo parar? ¿Para qué parar? Las llaves se han abierto y hay llaves que una vez abiertas una ya no decide cuándo cerrarlas. Esto no es una pausa, es un autoabrazo potente y honesto. Suspiro. Y sí es de alivio.