Por Liliana Hernández Santibañez, Rosa Aurora Márquez Galicia y Yuly Moscosa Hernández.
En numerosas ocasiones nos ha tocado ver a una mujer escribir en libretas o escuchar a compañeras con los ojos llenos de nerviosismo al compartir algo que es muy importante para ellas. Hemos escuchado tantas veces “no tengo la palabra correcta”, “no sabría explicarme”, “no sé si fui clara”, “mejor habla tú, yo todavía no lo tengo claro”, “me cuesta escribir”, “, “a nadie le importa todo esto”, “si lo comparto, seguro lo van a destruir, mejor no”… estas experiencias refuerzan una pregunta que ha rondado en nuestros pensamientos por varios años: ¿Qué miedos nos habitan para no salir de esos espacios de autocensura?
Somos conscientes que existe un fenómeno personal – social – político, que todas las mujeres hemos atravesado a lo largo de nuestra vida.
Muy avanzado el siglo XX los hombres eran los únicos que tenían preparación y derecho para escribir la historia. Como consecuencia, dado que tenían el monopolio para registrar el proceso de recuerdo, el mundo que se ha estudiado, escrito y compartido tiene una visión masculina. No es nada raro que el mundo que seguimos aprendiendo sea una perpetuación de esto en las instituciones académicas, en los procesos creativos y en la investigación escénica. Esto ha ocasionado que exista una discriminación histórica al invisibilizar el trabajo de las mujeres, discriminación que hemos heredado a lo largo de los años, lo que ha ocasionado una auto censura en los cuerpos de las mujeres al momento de escribir sobre nuestros procesos, sobre nuestra historia, vida y más aún, al momento de compartirla.
El género es construido de forma cultural. Aspiramos a que éste no importe al momento de la escritura, el registro, la creación… pero dadas las circunstancias de invisibilidad a la escritura de las mujeres desde tiempos antiguos, es hora de romper la inercia a la que nos hemos visto sometidas históricamente.
Es por eso que el 28 de abril de 2020, cuando lo más cierto que teníamos era la incertidumbre por el momento que seguimos atravesando, decidimos reunirnos por una videollamada de zoom. En principio para compartir cómo nos sentíamos, sobre nuestros miedos, ansiedades, preocupaciones tanto personales como laborales… y, sobre el camino, nos dimos cuenta de todos los vasos comunicantes entre nosotras, eso que creíamos muy personal, se convirtió en algo colectivo. Así empezamos a imaginar un proyecto donde los principales temas giraban en torno a la invisibilidad del trabajo de las mujeres en la escena, sobre ciertas injusticias que hemos observado en el gremio teatral hacia las mujeres, sobre la necesidad de construir espacios propios de intercambio y reflexión entre nosotras, porque no siempre las instituciones se harán responsables de llevar a cabo estos cambios que necesitamos.
En la reunión que tuvimos surgieron muchas preguntas y temas que nos inquietaban y entre ellos el que consideramos más importante, que es ahora el enfoque de MEDEAS, la desinhibición, que lleva consigo un proceso de resiliencia. La importancia de que seamos nosotras quienes alcemos la voz y contemos nuestra historia, que compartamos nuestro trabajo, reconocer nuestros miedos y con ellos, seguir accionando y, sobre todo: acompañarnos en red, abrazando el proceso con todo lo que eso implique.
Conforme fuimos germinando la idea, enlistamos nuestros deseos. Deseo de reconocer nuestra voz. Deseo de construir vínculos con mujeres creadoras e investigadoras para construir nuestra propia mirada del arte y de la realidad. Reivindicar la capacidad de las artistas jóvenes para generar pensamiento y compartirlo. Confrontarnos a nosotras mismas. Cuestionar nuestras formas de concebir la escena.
Asimismo, entendernos como seres dinámicos que invitan a un camino de renovación constante. Evitar una mirada reduccionista de la realidad. Deseamos la articulación de diferentes territorialidades y pensamientos para tejer una propagación de impulsos creativos.
Nos dimos cuenta que para nosotras era urgente generar laboratorios de escritura, liberar el deseo latente, brotar las palabras, las ideas, inventarlas si fuera necesario. Encontrar nuestro lenguaje, abonar nuestra tierra, ser pacientes para vernos florecer, hacernos cuerpo con nuestros pensamientos, leernos, leer nuestros procesos, crear bajo nuestros términos, y encontrar un rigor en ello al confrontarnos diariamente.
Es de importancia enfatizar el poderío y la autonomía en las mujeres desde la reflexión de su propia narrativa, crear estrategias para traducir la utopía a la acción y por tal razón, MEDEAS apuesta en el registro y la socialización de pensamiento creativo por medio de la escritura para fortalecer la autonomía creativa en las mujeres dedicadas a las Artes Escénicas.
Fundamos MEDEAS. Red de Jóvenes Investigadoras de la Escena una colectiva de investigadoras y creadoras escénicas que surgió por la necesidad de construir espacios seguros para acompañar el pensamiento escénico y visibilizar el trabajo de las mujeres creadoras a través de la escritura y la realización de encuentros donde podamos compartir nuestra experiencia creativa, reescribir nuestra historia, darnos a conocer y ocupar el espacio público que históricamente se nos ha negado como mujeres y como artistas. Todo con el fin de generar redes de apoyo y visibilidad desde una óptica constructiva y sorora.
Decidimos nombrarnos MEDEAS porque en la mitología griega, una de las mujeres más perversas, violentas y transgresoras que alimenta el imaginario occidental es Medea. Su historia ha sido contada una y otra vez a lo largo de los últimos dos milenios y medio, cada autor se ha inspirado en diversas tradiciones y ha hecho cambios o agregados. La Medea que mata a sus hijos por amor, la que mata por locura, la que no mata, la que se le culpa de la muerte de muchos y un largo etcétera.
Se ha utilizado como fuente de poemas, obras de teatro, pinturas, películas, ficción en prosa y óperas. Para nosotras, MEDEA es re escritura, es borrador, es palimpsesto… una potencia que posibilita mirarse en una mujer llena de experiencias, con saberes ancestrales, extranjera en su propia tierra, con una capacidad de resiliencia y con el impulso latente de mantener su autonomía.
Empezamos con algunas frases que nos compartieron compañeras amigas del gremio escénico respecto a sus sentires con la escritura, y al realizar el lanzamiento de nuestro proyecto, tuvimos una recepción que no esperábamos. Se activó un pensamiento – reflexión en colectivo y pudimos ver que son muchas las mujeres que se han preguntado lo mismo que nosotras y empatizaban con nuestro discurso.
Elaboramos la convocatoria “Escrituras de la Escena” para construir la RED. Recibimos diversos textos de diferentes mujeres de México y del extranjero, con lo cual fuimos nutriendo nuestra página web.
A raíz de otros encuentros y entrevistas nos hemos vinculado con mujeres creadoras e investigadoras de mayor trayectoria que nos inspiran, y esto ha permitido que en nuestra red se genere un diálogo intergeneracional que nos ha unido en lugar de acentuar nuestras diferencias. Hasta la fecha hemos tenido encuentros con Didanwy Kent, Micaela Gramajo, Alejandra Serrano, Susy Alanis, Calafia Piña, Diana Magallón, Maricarmen Ruiz, Suryday Ugalde, Zavel Castro, Mónica Mayer, Marianella Villa e Ileana Diéguez. Estos encuentros los hemos albergado en un espacio que llamamos ECOS Y REBERVERACIONES.
Por otro lado, en febrero de 2021, llevamos a cabo MEDEAS: 1er. Festival de Jóvenes Creadoras e Investigadoras de la Escena, y en este espacio logramos convocar a más de ochenta mujeres creadoras de distintas latitudes.
Ahora el proyecto ha cumplido poco más de un año y nos hemos llenado de diversas experiencias. Como valoramos mucho el proceso, tenemos registro de todos los encuentros, las charlas, los talleres y hemos generado memorias visuales sobre esas actividades en nuestro canal de YouTube y en nuestras redes sociales. Nos hemos dado cuenta cómo hemos sido impulso, en principio a nosotras mismas y a otras mujeres creadoras de la escena, a compartir sobre sus procesos creativos.
Esto nos confirma en la importancia de la autonomía como filosofía de vida, de saber que podemos ser resilientes y podemos acompañar a otras mujeres en este tránsito. Hemos atestiguado cómo nuestras actividades, esfuerzos y dedicación ha impactado en la vida de diversas mujeres que han formado parte de manera directa o indirecta.
Nosotras estamos aquí para acompañarnos, para impulsarnos, para entendernos como mujeres dinámicas y sobre todo para valorar nuestros procesos teniendo muy claro que los espacios seguros son importantes para que exista un desenvolvimiento y poco a poco vayamos generando juntas una historia en colectivo.
Deseamos que cada mujer tenga su propia definición de escritura. Que cada una al ir escribiendo su historia descubra sus múltiples fortalezas que la acompañan, y que seamos muy conscientes, ahora más que nunca, que cada vez somos más las que estamos aportando para generar un mundo más justo, equitativo y seguro para las mujeres.
A todas las directoras: ¿Has sentido que no respetan tus decisiones en algún recinto teatral?
A todas las dramaturgas: ¿Has recibido algún mansplainning de tu propia obra?
A todas las espectadoras: ¿Has sentido que los personajes femeninos usualmente son inferiores, débiles, burla o frágiles?
¿Cómo nos estamos representando en la escena y fuera de ella?
¿Qué lenguajes estamos habitando? ¿Cómo se están construyendo los roles de géneros en los personajes?
Todos estos cuestionamientos rondan dentro de nosotras. No somos la minoría creadora y en esta 41 Muestra Nacional de Teatro es evidente.
En MEDEAS queremos y anhelamos una participación activa de las mujeres para socializar sus escritos, procesos o investigaciones libre de juicios y críticas destructivas.
“Porque queremos construir una comunidad mejor a la que encontramos”
Esta publicación forma parte del proyecto ¡Se armó el Argot con las Medeas!, el cual cuenta con el apoyo del Sistema de Apoyos a la Creación y Proyectos Culturales (SACPC) en la categoría de Fomento a Proyectos y Coinversiones Culturales (FONCA)