Por Mariela Bojorquez (Mérida, Yucatán)
Este trabajo de titulación está dedicado a las creadoras escénicas,
las ancestras, las que somos y seremos, hoy somos resistencia
ante el sistema patriarcal que nos negó ser parte del convivio teatral.
Para Cassandra, ya no eres un botín de guerra, eres memoria.
Para la Mariela del pasado, del hoy y del futuro. Lo estamos logrando.
Las mujeres del teatro tienen que asumir la responsabilidad de escribir la propia historia con palabras, formas y perspectivas que, pienso, deben ser redescubiertas o reformuladas.
Julia Varley
La motivación principal de esta investigación es el registro de mi proceso escénico para compartir los principales hallazgos en la creación del personaje de Cassandra, durante la puesta en escena Cassandra: Demencia Civil de la materia Teatro Contemporáneo, en el periodo de enero a mayo del 2022. La obra fue una versión libre del mito de Cassandra, escrita y dirigida por Rosa Aurora Márquez Galicia, específicamente para el octavo semestre de la decimoquinta generación 2018-2022 de la licenciatura en Teatro, en la Escuela Superior de Artes de Yucatán (ESAY), recientemente nombrada Universidad de las Artes de Yucatán (UNAY).
Los personajes principales de la obra están basados en los arquetipos de la mitología griega: Cassandra sacerdotisa de Troya, el dios Apolo y el rey Agamenón. Cabe mencionar que la representación de Cassandra se fragmentó en tres identidades, por ende, compartí el personaje con mis compañeras Ariadna Loeza Arcila y Rebeca Valenzuela Durruty. Anteriormente mi generación no tuvo la posibilidad de tener una práctica escénica de forma presencial a consecuencia de los dos años en formato de clases virtuales tras el surgimiento de la pandemia por el COVID-19 en el año 2020.
Durante la formación en la licenciatura en Teatro, se nos menciona constantemente que nuestro cuerpo es instrumento y herramienta escénica, mi cuerpo como principal herramienta de creación.
Vinculo el concepto de cuerpo desde la definición de la poeta, escritora, feminista maya guatemalteca Dorotea Gómez Grijalva (2012): “por otro lado, considero mi cuerpo como el territorio político que en este espacio tiempo puedo realmente habitar, a partir de mi decisión de repensarme y de construir una historia propia desde una postura reflexiva, crítica y constructiva” (p.6).
Mi objetivo principal era vincular mi trabajo actoral con perspectivas feministas ya que considero necesario el probar diversas posibilidades de herramientas de creación para artistas escénicas feministas como yo, ya que a lo largo de la carrera noté un sesgo de referencias académicas generadas por otras mujeres escénicas. Además del interés de probar que las pedagogías con perspectivas feministas también pueden ser una posibilidad dentro de las aulas.
El feminismo y los estudios de género, en su cruce con los estudios sobre cultura y visualidad, han aportado prácticas, conceptos y teorías que han revolucionado las prácticas pedagógicas. Uno de los ejes de los estudios de género tiene que ver justamente con la transformación —la revolución— del mundo, al entender las relaciones de poder como un asunto pedagógico y performativo (Belausteguigoitia, 2016, p.170).
Durante el proceso de Cassandra: Demencia Civil le pregunté a la directora y dramaturga Rosa Aurora Márquez si me podría recomendar lecturas o referentes de creadoras escénicas feministas; amorosamente me prestó su libro físico Feminismo y Arte Latinoamericano: Historias de artistas que emanciparon el cuerpo de la doctora Andrea Giunta, en donde propone y define el concepto de Feminismo Artístico:
El feminismo artístico produce un giro en la representación del cuerpo femenino, que deja de abordarse desde el ojo patriarcal externo y cosificante (generalmente desnudo), para hacerlo desde un ojo interno que cuestiona la unidad esencialista de dicho cuerpo, sus roles y sus comportamientos, y que genera una iconografía nueva (Giunta, A, 2018, p.263).
Todas somos Cassandra: creación colectiva sorora:
El primer ejercicio de improvisación del montaje que tuvimos Rebeca, Ariadna y yo, fue explorar la riña por interpretar a Cassandra. Rosa nos pidió estar atentas a nuestros cuerpos y reaccionar a los impulsos para intentar desplazar a las compañeras, siendo como objetivo tener el foco del público para externarles quién es Cassandra. Lo repetimos un par de veces como una serie en loop, para probar las acciones físicas. Por momentos me encontraba en conflicto porque no sentía organicidad. En lo personal, no me considero una persona competitiva y menos por algo como ser “la protagonista de la obra”; al recordar que es un juego escénico y que todo lo que sucede en los ensayos y las funciones es verdadero, debo permitirme creer en ello para poder pertenecer a la ficción. Así que opté por generar estímulos como por ejemplo: soy hija menor, durante nuestra infancia, mi hermana mayor y yo tuvimos momentos de competencia por juegos, personajes; así que al recordar esos estímulos me permití jugar y explorar la competencia con Rebeca y Ariadna, como si fuera una pelea de hermanas, más allá del pensamiento de ser contrincantes.
La intención de Rosa al escribir esa riña, no fue para ocasionar un conflicto real entre nosotras, era su propuesta para enunciar que las tres seríamos Cassandra. Sin embargo, no podía ignorar o invalidar el agobio existente que tuve dentro de la formación actoral, al ser comparada con el trabajo de mis compañeras/compañeros de la generación. Mi rigor y mi exigencia debe ser conmigo misma con mi propio trabajo, no en la comparación o la competencia con el trabajo de mis compañeras. A continuación, cito al actor mexicano Gabino Rodríguez, fundador del colectivo Lagartijas tiradas al sol.
Las escuelas de actuación, voluntaria o involuntariamente, promueven la competencia, nos hacen sentir que solo algunos vamos a despuntar, que el compañero es mi rival. Pero no es así. Cada actor es un mundo, y no estamos luchando por los papeles, estamos construyendo un camino de expresión (Rodríguez, 2018, p.23).
Continuando con el proceso. Rebeca, Ariadna y yo, aprovechamos para trabajar colectivamente en la secuencia para la introducción del mito griego de Cassandra, en las instalaciones del edificio de ESAY Teatro. Cada una, equitativamente, proponíamos en conjunto acciones, con nuestros recursos creativos, integrando los principios de calidades de movimiento y velocidades, probando los diferentes niveles: alto, medio, bajo; codificando con nuestros cuerpos imágenes que nos detonaron los textos. Mientras repasamos las propuestas de las acciones físicas, se me hizo más sencillo y orgánico aprehender mis diálogos, y los de mis compañeras. En su libro Claves feministas para el poderío y la autonomía de las mujeres, la investigadora, antropóloga, académica y feminista mexicana Marcela Largade, define en el principio de equifonía de la siguiente manera:
La equifonía es un principio de la propuesta política del feminismo que consiste en desarrollar el principio del derecho que mi palabra y tu palabra son legítimas. Si las mujeres hemos estado silenciadas, si hemos tenido una palabra y una voz desvalorizada, si los saberes de las mujeres se han considerado menores, o no saberes sino intuiciones naturales o locuras, entonces lo que nos proponemos con los hombres, en las instituciones y entre las mujeres, es desarrollar el principio del derecho a la equifonía (Lagarde, 1997, p.127)
El Teatro es colectivo, toda creación, cada ensayo o propuesta influye en el grupo creativo y en nuestro trabajo actoral es vital crear acuerdos con el resto de las colegas. Desde mis perspectivas feministas me gustaría proponer la posibilidad de ejercer una creación sorora, porque al reconocer la existencia de la sororidad, nos permite relacionarnos, acompañarnos armoniosamente entre mujeres escénicas.
La sororidad es un pacto político entre mujeres y tiene un sentido filosófico para enfrentar la opresión de género y cualquier otra forma de opresión sobre la tierra. Es un pacto que está basado en el reconocimiento de la diferencia. Pactamos porque somos diferentes y no porque pensamos igual. En el pacto decidimos qué hacemos con las diferencias y qué hacemos con las semejanzas. Qué podemos acordar y qué no podemos acordar. La sororidad es un pacto sobre la discrepancia, no sobre el común acuerdo (Lagarde, 1997, p.52).
Conclusión
Ser actriz es una profesión donde permitirse ser vulnerable es una fortaleza. Una de las mayores reflexiones durante mi formación académica en esta institución, es que el Teatro no es solo un espacio artístico para contar historias, al contar con diversas posibilidades de ser, considero que es un espacio para reconocernos como sociedad, de cuestionarnos, de reflejarnos, distanciarnos, entre otras. Un espacio vivo en resistencia. Al nombrarme desde muy temprana edad como feminista, y reconocer la importancia del contexto histórico, social y político del movimiento, me ha permitido cuestionar los sistemas de opresión y violencia aún rigentes en nuestra sociedad. Así como opté por realizar una investigación con perspectivas feministas, invitó a las próximas generaciones y a los docentes de la institución a ser un canal para la documentación de trabajos artísticos con perspectivas de género, teoría queer, estudios culturales, entre otros. De las diversas formas de habitarnos como seres humanos y como seres teatrales, al general registro de nuestra existencia y resistencia. En el aquí y ahora.
Referencias bibliográficas:
Belausteguigoitia, M. (2016). Corporalidades escénicas. Representaciones del cuerpo en el teatro, la danza y el performance. (coord. Fediuk, E. y Prieto Stambaugh, A.) Editorial: Universidad Veracruzana.
Giunta, A. (2018). Feminismo y Arte Latinoamericano: Historias de artistas que emanciparon el cuerpo. Siglo veintiuno editores: Argentina.
Gómez Grijalva, D. (2012). Mi cuerpo es un territorio político. Brecha Lésbica: Guatemala.
Lagarde, M. (1997). Claves feministas para el poderío y la autonomía de las mujeres. Punto de encuentro: Nicaragua.
Rodríguez, G. (2018). Estamos hechos para el sueño, no tenemos órganos adecuados para la vida (Apuntes sobre la actuación de cine para jóvenes poetas). Cinema 23: México.